Espiritualidad; otra perspectiva


¿Por qué algunas personas buscan espiritualidad?, ¿Quién inventó este concepto?; y para este razonamiento olvidémonos por un momento de la creencia en dioses o cualquier otro ser sobrenatural (producto de la cultura o la tradición, o producto de la convicción de nuestros padres o personas de influencia en nuestra vida,  o nuestra propia imaginación, esquizofrenia, psicosis o cualquier otra corrupción de la mente), del miedo a la muerte que nos impele a buscar un sentido más a allá de nuestro cuerpo limitado, de la carencia de sentido existencial producto de rutinas monótonas y vidas aburridas, depresiones o crisis de la mediana edad o del cuarto de vida, de todo aquello que hemos aprendido durante el transcurso de nuestras vidas, heredado de nuestros padres o nuestro entorno. Olvidémonos de todo esto hipotética y temporalmente solo durante el desarrollo de este razonamiento.

"Mucho de nada"

«Mucho de nada»

Intentemos encontrar un poco de objetividad vaciando momentáneamente nuestra taza, dejando en blanco nuestro papel, empezando frescos, sin miopía o lentes color rosa o cualquier otro color.

Luego de haber desechado todo esto [temporalmente en pro de este razonamiento], ¿Dónde está la espiritualidad?, ¿dónde queda?, es inexistente en pasado y futuro, estos son irrelevantes, solo el presente, este momento, este instante es relevante porque es lo único que tenemos. ¿Y qué es el presente?, este momento está compuesto por nuestras percepciones, las imágenes creadas por nuestros sentidos: vista, olfato, oído, gusto y tacto; a estos agregamos un adicional, el sentido de la mente (definida en el argot Budista). Todos estos sentidos generan en nuestra mente una percepción de realidad,  los cuales vistos por separado, sin clasificar con una etiqueta u opinión, idea o concepto, son meras diferencias de frecuencia de vibración, luz, señales, brindando una percepción en distintas dimensiones como  de espacio, sonido, temperatura, etc. Pero que al ser percibidas tal cual y como son se desprenden de significado ya que no son más que pequeñas partes divorciadas entre sí, el sentido de pertenencia o de “ser” se disipa, esta realización de las partes, la disolución del ente completo genera la realización de que gran parte de nuestro yo es realmente inexistente, que no es más que un conjunto complejo de elementos aleatorios que reaccionan entre sí, creando una falsa ilusión de un yo compacto, independiente, real y definido; cuando en realidad, no solamente no somos un ente completo, sino que somos productos de causas definidas y estamos sujeto en ese mismo sentido, al cambio.

Esta realización genera un nuevo impulso espiritual, de liberación, de entendimiento, de autodescubrimiento a un nuevo nivel. Muchos persecutores de la espiritualidad son en realidad persecutores del auto-conocimiento, estos se separan del concepto convencional de que ser “espiritual” es perseguir, seguir o adaptarse a reglas específicas planteadas en un sistema de creencias, o de volcarse en emociones de adoración hacia una deidad definida por otras personas o por sí mismos, y ejecutar acciones específicas relevantes a la creencia en particular la cual siguen.

Estas personas espirituales poco convencionales se asemejan un poco más a filósofos, tratando de entender su propia naturaleza, es la búsqueda de la verdad tan objetiva como les sea posible, es el desprendimiento de todas las posesiones (tanto como les sea posible), incluyendo dentro de estas posesiones la posesión de las ideas preconcebidas, el autoimagen, todo aquello que construimos para dar un sentido a nuestras vidas pero que en realidad están basadas en media-verdades o completas construcciones ilusorias. En fin, esta gama de practicantes es la verdadera definición de aquel que busca la quintaesencia de la Verdad.